miércoles, 23 de marzo de 2011

Cuando la vida es un vacío.

Todo estaba oscuro, solamente la luz de las velas alumbraba el cuarto, nuestro cuarto. Sus ojos, su boca, su piel, su cuerpo… todo perfecto. Nunca había sentido nada que me atrajera de la personalidad de aquel chico, pero su cuerpo me hacía olvidarme de toda su estupidez. Me miró con deseo y lentamente se acercó a mí. Éramos dos personas muy diferentes y no congeniábamos muy bien  pero, ese tipo de diferencias no tenían nada que ver con el placer que nos llegábamos a dar el uno al otro.
Estaba a solo unos pasos de la cama en la que yo semidesnuda le esperaba con ansias, se tumbó a mi lado y me dijo en un susurro: “Libérame, libérame de esta atracción inevitable que me obliga a quedarme junto a ti durante el resto de mi vida”. Se me hizo un nudo en la garganta, no sentíamos lo mismo, yo solo buscaba desahogarme, liberarme, olvidarme de los  problemas, mientras que él parecía que no iba por el mismo camino, pensaba que nuestra relación solo consistía en la unión de nuestros cuerpos durante un ritual de placer… Al notar que mi cara cambiaba de deseo a confusión se levantó se puso un chaleco y salió del cuarto, no sabía qué hacer, me sentía horriblemente mal, me temblaban las piernas y el corazón me latía con fuerza.
Entonces un millón de preguntas inundaron mis pensamientos; ¿Qué sentiría por mí?, ¿Querrá volver a verme?, ¿Estará  enamorado?, no puede ser, era prácticamente imposible que se hubiera enamorado de una persona como yo, una persona que no siente, que no ama… Yo nunca me había enamorado en toda mi vida, hace tiempo esa era una mis mayores preocupaciones, todas mis amigas y conocidas decían haber estado enamoradas alguna vez, y yo nunca había podido gozar de ese sentimiento, yo no creía en el amor, solo creía en el cariño y el afecto que se puede llegar a tener hacia una persona, y también creía en la atracción física, por lo tanto siempre definía el amor como la unión de esas dos cosas, afecto y atracción.
Me vestí y rápidamente, sin pensarlo salí corriendo de mi casa, él estaba sentado en el banco en el que nos conocimos por pura coincidencia, fumaba un cigarrillo, su mirada estaba perdida en las estrellas, y su rostro no mostraba tristeza, ni dolor, ni enfado, ni ningún estado de ánimo que yo pudiera reconocer a simple vista. Me senté junto a él, parecía no haberse dado cuenta de mi presencia, seguía sumergido en la inmensidad del cielo estrellado, de repente me miró, sonrió y me dijo; “Cuando estoy contigo me siento diferente, me haces viajar a un mundo en el que todos los problemas con los que vivo se evaden de mi mente…” cuando iba a hablar me interrumpió; “sshh… no hables, solo escúchame, sé que piensas que es imposible que esté enamorado de ti cuando lo primero que te dije después de nuestro primer encuentro era que nuestra relación no iría más allá del placer, pero me confundí, me confundí como nunca me había confundido en la vida, mi obsesión por tener contigo algo más que sexo ha llegado a plantearme el suicidio al saber que no tendría jamás lo que realmente deseo, no sé si lo que siento es amor u obsesión, o simplemente e confundido la atracción con el amor, no sé lo que siento, ni se lo que quiero, me siento nuevo en esto, tampoco sé qué hacer ni cómo reaccionar si dejarlo todo para olvidarte o seguir como hasta ahora haciéndome daño a mí mismo, puede que acabará haciéndote daño a ti y si eso pasara, nunca me lo perdonaría” .
Sin decir una palabra me levanté y fui rápida a mi casa, una vez allí, lloré, lloré como hacía años que no lloraba, no lo hacía así desde la muerte de mis padres. Mi vida era una desgracia… nada en ella importaba, no tenía familia, no sentía nada por nadie, no tenía vida social, el dinero escaseaba y cada vez me quedaba menos de la herencia de mis padres, era una chica solitaria, nunca había tenido una amiga de verdad, me di cuenta de que lo único que había llenado mi vida había sido el sexo,  eso me hizo sentir repugnancia hacia mi propio ser. No tenía sentido seguir viviendo, este no era mi mundo, para poder descansar por fin tendría que abandonarlo y olvidarlo. Pero de repente pensé en la razón de mi existencia, el único chico que se había preocupado por mí y aunque hasta ahora no me hubiera dado cuenta, me quería, quizás fuera la única persona en este mundo  que sentía algo así por mí, entonces supe que debía hacer…

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